Lo último en sostenibilidad en prendas de montaña - Desnivel.com

2022-11-10 16:25:49 By : Mr. Eric Li

Hace ya años que el término “sostenible” es un reclamo constante en los anuncios y etiquetas de los fabricantes de vestimenta y material de montaña, tanto que parece ya desgastado y privado de sentido, pero no por ello es menos necesario. Volvemos sobre un tema que nos conviene que siga estando de moda.

Erre que erre | Plástico que acaba en nuestro organismo | Pequeños gestos que suman | ¿Cómo limitar el vertido de microfibras?

Hace justo diez años que Greenpeace publicó su estudio sobre la peligrosidad de los perfluorcarbonos (PFCs), compuestos químicos no biodegradables que se utilizaban masivamente para impermeabilizar la ropa técnica de montaña, y desde entonces las alternativas menos contaminantes no han dejado de aumentar.

Son muchas las marcas que ya han optado por tratamientos basados en materias vegetales u otras soluciones más limpias, ya no solo en la vestimenta, también ha llegado a las mochilas, el calzado o los sacos de dormir.

Igualmente la recuperación de materiales para la fabricación de hilaturas, confección de tejidos y construcción de prendas polares no es nuevo. La transformación de botellas de PET (politeraftalato de etileno), un poliéster aromático perteneciente al grupo de los termoplásticos, se lleva haciendo desde hace varias décadas.

La buena noticia es que su uso se ha expandido muy rápido entre los fabricantes y los consumidores cada vez lo demandan más, dándole valor a la inversión. Pero las marcas pueden ir mucho más allá en sus iniciativas, empezando por limitar el gasto de energía y de agua, así como disminuir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) contaminantes durante los procesos de fabricación, de embalaje y de transporte.

En los “Estudios de sostenibilidad” que empresas como Haglöfs, Vaude o Mammut hacen públicos todos los años, se recogen con todos los detalles las acciones realizadas en estos campos. Igualmente cada vez es más común ver en las prendas para deportes de montaña el sello Bluesign, una certificación independiente que examina la sostenibilidad de la prenda en toda su cadena de producción.

También la concienciación de los usuarios aparentemente ha aumentado, o al menos cada vez se escuchan más voces de deportistas profesionales que se implican en temas medioambientales. Un ejemplo ilustrativo es la iniciativa Outdoor Friendly Pledge impulsada por Kilian Jornet, cuyo objetivo, según explican en su web, es «promover una práctica más sostenible de los deportes al aire libre, centrándose en el impacto de sus diversos grupos de interés», recogiendo e intercambiando propuestas dirigidas tanto a los deportistas y aficionados como a las empresas, los organizadores de eventos y las federaciones. Desde renunciar a participar en actividades que generen muchas emisiones de carbón, participar en competiciones locales, reducir los viajes, ser conscientes de la alimentación, del estilo de vida, etc.

El principio de las “R” supera a cualquier campaña de marketing: la clave sigue estando en reducir, reparar, reutilizar y reciclar. Que un producto sea o no sostenible pasa sobre todo por su durabilidad: mantener una chaqueta, calzado, mochila o cualquier otro elemento necesario durante muchos años ahorrará todo el gasto que se genera en la producción y venta de uno nuevo.

Un desgarro del pantalón, la pérdida de una hebilla o cualquier otro pequeño desperfecto en un producto debería poder arreglarse fácilmente. Igualmente, la compra de los productos de cercanía es una evidente rasgo de su sostenibilidad, aunque no esté marcado con ningún sello.

Por mucho que una prenda esté hecha con hilo de poliéster reciclado, su impacto medioambiental siempre será mayor que una materia prima natural que es biodegradable, a diferencia de las fibras sintéticas.

Las marcas son conscientes de ello y, al menos para las primeras y segundas capas de vestimenta, están utilizando cada vez más material prima natural, ya no solo lana o algodón, también cáñamo, fibras de maíz o incluso tratamientos con café o procesos de tintado con cáscaras de nueces, como utiliza la firma vasca Ternua, que lleva muchos años en cabeza en cuanto a iniciativas sostenibles.

Las microfibras son pequeños fragmentos textiles, que pueden ser tanto de origen sintético o artificial, como el poliéster o el nailon, como de origen natural, como el algodón o la lana. Por su parte los microplásticos son solo de origen plástico, provenientes tanto de tejidos sintéticos como de la descomposición de objetos como botellas, pinturas, neumáticos, bolsas, tapones…

Es una realidad que las microfibras y los microplásticos están cada vez más presentes en la naturaleza, en el mar y en nuestro propio organismo, que consumimos a través del agua, de los vegetales, de los peces que nos comemos… generando importantes riesgos para nuestra salud y la del planeta.

En el caso de la vestimenta, las microfibras se vierten en el agua tanto en los procesos de fabricación como durante el ciclo de vida de la prenda, con el lavado y cuando los desechamos. Darle prioridad a las fibras naturales a la hora de vestirnos y prestar atención a su correcto uso y cuidado no va a acabar con este grave problema, pero al menos puede limitarlo.

En cuanto a las marcas, muchas de ellas forman parte de la organización The Microfibre Consortium (TMC), que invierte en la búsqueda de soluciones para minimizar la fragmentación de las fibras y por tanto limitar su vertido durante los procesos de fabricación y de vida del producto.

Estos son algunos ejemplos de las iniciativas de algunas marcas puestas en marcha en este año:

Todo esto en realidad son solo pequeños parches que tienen un impacto real muy limitado; en realidad más que un objetivo real de cambio o beneficio medioambiental, lo que buscan es llamar la atención del consumidor.

Con todo, cada pequeño gesto, iniciativa o campaña es bienvenido, pues todo va sumando y sobre todo nos demuestran la “moda de lo verde” afortunadamente sigue al alza. Las grandes compañías son las que más capacidad de transformación tienen a la hora de gestionar sus recursos, procesos de fabricación, residuos, uso de materias primas, sistemas de transporte… pero somos los consumidores quienes tenemos la decisión última de en qué invertimos nuestro dinero.

Estos algunos consejos que dan los fabricantes para limitar la contaminación de las microfibras y microplásticos durante el lavado de las prendas con tejidos sintéticos:

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